Estimados compañeros/as, me
complace enormemente recomendaros un libro para que disfrutéis de la lectura
del mismo. La obra me la recomendó y ofreció mi hija en varias ocasiones, suele
hacerlo con los libros que le sorprenden y emocionan, hasta que por fin me
decidí a leerlo. Me quedé sin palabras, me arrepentí de no haberlo leído antes,
me atrapó desde el principio, me fascinó.
A lo largo de la infancia los adultos hacen todo lo posible para que los niños
vivan protegidos y alejados de todo lo que les pueda causar dolor, pena o
desasosiego, o al menos se intenta. Sin quererlo se crea una burbuja protectora a
su alrededor. Con el paso del tiempo vamos descubriendo que las cosas son
diferentes y poco a poco se van abriendo los ojos a una realidad, a veces,
cruel que nos rodea. Una realidad que está ahí y no podemos ignorarla porque
forma parte del mundo en que vivimos.
LA PIEL DE LA MEMORIA
La piel de la memoria nos
traslada a Malí (África) donde Kalil Mtube, un niño de 12 años es vendido por
su padre, a partir de este momento su vida cambia drásticamente. Kalil es pobre
y nos cuenta en primera persona cómo sus
circunstancias lo convierten en esclavo, conoceremos sus vivencias,
sentimientos, temores, confusiones, amores y su lucha por regresar a sus
raíces. Destaco la sencillez de la
narrativa, la lectura amena de fácil comprensión y rápida captura del receptor.
Autor: Jordi
Sierra i Fabra
Título: La
piel de la memoria
Datos
editoriales: Zaragoza, Edelvives,
2009 (1ª edición 2002), 194 páginas
Jordi Sierra nació en Barcelona en 1947. A los veinticinco publicó su primer libro. Es
uno de los más conocidos y prestigiosos escritores españoles de literatura
infantil y juvenil, ha cultivado casi todos los géneros literarios, novela,
poesía, biografía, historia y ensayo. Apasionado
de la música y experto en música rock, ha trabajado en programas de radio
musicales siendo fundador y director de revistas musicales.
Os presento algunos fragmentos de
la obra:
"Mi padre empequeñeció. La distancia lo robó de mi cercanía.
Su olor, su calor, su gesto. Todos se hizo difuso. Recuerdo sus pies desnudos
hollando la senda que nunca volvería a pisar. Recuerdo su espalda encorvada.
Recuerdo también, el recodo del camino que lo devoró igual que un león
agazapado." (Página 15)
"Naya era mayor que yo, pero no
demasiado. Su piel era negra y rugosa, su cabello ensortijado y compacto, sus
ojos vivos, sus labios enormes y risueños, y sus dientes blancos y muy grandes.
Iba siempre descalza y dejaba en la tierra una marca muy bella, con los dedos
abiertos igual que una mano extendida. Llevaba un vestido de color azul con
puntillas blancas, siempre el mismo, no tenía otro." (Página 87)
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